DEMANDAS HÍDRICAS DE UN CAMPO DE GOLF
Inicialmente el golf era un deporte que buscaba el paseo para desarrollar un juego en un medio donde la naturaleza era el escenario de la actividad. Actualmente y especialmente en nuestras latitudes climáticas semiáridas, es una actividad que se desarrolla en un paisaje artificializado idílico, pero que no tiene nada que ver con su medio natural. O sea se ha pasado de un juego que usaba el paisaje natural (en otras latitudes diferentes a las nuestras) a una actividad que recrea un espacio de forma artificial, y que hace un uso insostenible de los recursos naturales. La mayor parte de las tecnologías y técnicas que se aplican en los campos de golf provienen de países con unos recursos hídricos y una pluviometría superiores al que nosotros tenemos en esta parte del mediterráneo. Las especies de hierba utilizadas son importadas de los países centroeuropeos con unos consumos medios de más de 10.000 m3 por hectárea al año. Hay que tener en cuenta que con la alta insolación y la elevada evapotranspiración en la Comunidad Valenciana, esos valores podrían ser mucho mayores. Algunos autores las elevan hasta 15.000m3 por ha. Hay que añadir a ese consumo del césped la evaporación de los numerosos lagos artificiales que se insertan en los campos de golf o entre estos y las urbanizaciones. Teniendo en cuenta que la superficie de un campo de golf oscila entre las 50 y 150 hectáreas, el consumo anual de agua un campo de golf es del orden de 1 millón de metros cúbicos al año, o el equivalente de una ciudad de 12.000 habitantes. Así pues el consumo de los 20 campos de golf existentes ahora en la Comunidad Valenciana es de 20 hectómetros cúbicos anuales, o el equivalente al consumo de una ciudad de 240.000 personas. Muchas veces se ha dicho que los campos de golf consumen aguas residuales depuradas, pero eso no es siempre cierto. La alta salinidad de las aguas residuales las hace muchas veces no apta para el riego del "green", lo que obliga a mezclarlas con agua potable o agua subterránea en proporciones a veces del 50%. Otro tema a discutir sería si las aguas residuales depuradas
Según la Ley de Aguas los usos recreativos o turísticos del agua están por detrás de otros usos (abastecimientos urbanos, regadíos, industria) en el orden de prioridades de los usos del agua. Sin embargo muchos usos recreativos se enmascaran dentro de los abastecimientos urbanos, impidiendo distinguirlos claramente. Una línea de defensa de los campos de golf en el litoral mediterráneo es el argumento económico. Según ese argumento un litro de agua que se dedique a regar un campo de golf produce una mayor riqueza económica que otro uso como el agrícola. Además según esos defensores de los campos de golf, se utilizan prioritariamente aguas residuales depuradas para el riego de los campos de golf. Sin embargo esa valoración económica deja de lado el estudio de los impactos ambientales y territoriales de los campos de golf. Los impactos ambientales son muy variados: consumo de territorio, urbanización del medio rural y natural, eliminación de la vegetación natural y uso masivo de biocidas para eliminar la competencia del césped (plantas adventicias, topos, lombrices, nematodos, arañas, etc), contaminación de acuíferos, modificación de la morfología del terreno, relieve y el sistema de drenaje, etc. Pero la principal objeción que se les puede hacer a los campos de golf es el consumo desmesurado de un recurso escaso y valioso en nuestras latitudes. Aunque se utilicen aguas residuales depuradas es necesario muchas veces mezclarlas con aguas potables para rebajar su salinidad que acabaría con el césped. El desvío de estas aguas residuales depuradas hacia los campos de golf no debería competir con los aprovechamientos agrícolas que puedan hacer uso de esas mismas aguas o con el mantenimiento de los caudales ecológicos de los ríos.
Existen básicamente dos tipos de campos de golf según el número de recorridos; campos de 18 ó 9 hoyos, aunque existen algunos con 27 hoyos. Aproximadamente, uno de 18 hoyos precisa de unas 60 hectáreas. Las especies de hierba utilizadas son importadas de los países centroeuropeos, algunas de las cuales consumen hasta 10.000 m3/Ha-año, a lo que hay que sumar la alta insolación y la elevada evapotranspiración en la zona mediterránea que, según algunas fuentes, elevan estas cifras hasta los 15.000 m3. Para una superficie media de 60 hectáreas, dependiendo siempre de la zona geográfica donde se localice, se requiere un consumo anual de entre 600.000 y 1.000.000 m3/año, equivalente al consumo de una población de entre 9.000 y 12.000 habitantes.
Campo de golf
Por otro lado, según fuentes del Instituto Geológico y Minero de España, la media de consumo de agua de un campo de golf estándar de 18 hoyos está entre 1.500 y 2.000 m3/día en los meses de máxima irrigación, lo que supone entre 150.000 y 300.000 m3/año.
Según la Ley de Aguas los usos recreativos o turísticos del agua están por detrás de otros usos (abastecimientos urbanos, regadíos, industria) en el orden de prioridades de los usos del agua. Sin embargo muchos usos recreativos se enmascaran dentro de los abastecimientos urbanos, impidiendo distinguirlos claramente. Una línea de defensa de los campos de golf en el litoral mediterráneo es el argumento económico. Según ese argumento un litro de agua que se dedique a regar un campo de golf produce una mayor riqueza económica que otro uso como el agrícola. Además según esos defensores de los campos de golf, se utilizan prioritariamente aguas residuales depuradas para el riego de los campos de golf. Sin embargo esa valoración económica deja de lado el estudio de los impactos ambientales y territoriales de los campos de golf. Los impactos ambientales son muy variados: consumo de territorio, urbanización del medio rural y natural, eliminación de la vegetación natural y uso masivo de biocidas para eliminar la competencia del césped (plantas adventicias, topos, lombrices, nematodos, arañas, etc), contaminación de acuíferos, modificación de la morfología del terreno, relieve y el sistema de drenaje, etc. Pero la principal objeción que se les puede hacer a los campos de golf es el consumo desmesurado de un recurso escaso y valioso en nuestras latitudes. Aunque se utilicen aguas residuales depuradas es necesario muchas veces mezclarlas con aguas potables para rebajar su salinidad que acabaría con el césped. El desvío de estas aguas residuales depuradas hacia los campos de golf no debería competir con los aprovechamientos agrícolas que puedan hacer uso de esas mismas aguas o con el mantenimiento de los caudales ecológicos de los ríos.
Existen básicamente dos tipos de campos de golf según el número de recorridos; campos de 18 ó 9 hoyos, aunque existen algunos con 27 hoyos. Aproximadamente, uno de 18 hoyos precisa de unas 60 hectáreas. Las especies de hierba utilizadas son importadas de los países centroeuropeos, algunas de las cuales consumen hasta 10.000 m3/Ha-año, a lo que hay que sumar la alta insolación y la elevada evapotranspiración en la zona mediterránea que, según algunas fuentes, elevan estas cifras hasta los 15.000 m3. Para una superficie media de 60 hectáreas, dependiendo siempre de la zona geográfica donde se localice, se requiere un consumo anual de entre 600.000 y 1.000.000 m3/año, equivalente al consumo de una población de entre 9.000 y 12.000 habitantes.
Campo de golf
Por otro lado, según fuentes del Instituto Geológico y Minero de España, la media de consumo de agua de un campo de golf estándar de 18 hoyos está entre 1.500 y 2.000 m3/día en los meses de máxima irrigación, lo que supone entre 150.000 y 300.000 m3/año.
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